martes, 18 de noviembre de 2008

Segunda visita a Cocinandos

Mi segunda visita a Cocinandos cocincidió con temporada de setas, y disfrutamos de un menú de setas con buenas combinaciones, y alguna que otra mejorable. De entrante un cuajo de boletus con mouse de bacalao y reducción de vino. Muy buen comienzo, el cuajo estab delicioso y la combinación con el bacalao me pareció memorable. De primer plato crema de níscalos con vieira a la plancha y espuma de maracuyá. Combinación atrevida pero que para mi gusto funcionaba. La espuma de maracuyá le daba un frescor que contrastaba con la crema. Buen plato. De segundo plato huevo escalfado, tallarines, espuma de mascarpone y trufa.

En el plato de uno de los comensales la clara del huevo venía sin cuajar, lo que me parece un fallo grande. Para mi gusto este plato desentonaba un poco con los dos primeros. Después merluza al vapor con patata confitada y cecina, infusión de cecina y trompetillas de la muerte. Bien el punto de cocción de la merluza, pero el sabor de la cecina no dejaba apreciar la merluza ni las trompetillas. No me pareció buena combinación.
De último plato foie a la plancha con rebozuelos, verduritas salteadas y salsa de mostaza. Para los amantes del foie una buena combinación. La salsa de mostaza ligera para no matar los sabores.
De postre una mouse de castañas con helado de manzana, pero con una presentación como un campo otoñal, con forma de setas, hierba y hojas. Bonito y sabroso.
Bien el café, buena carta de infusiones y licores.
Como vino Viña al lado de la casa, 18€.
Precio medio por persona de 32€ por menú, más bodega.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Cena en Casa Marcelo

Es mi primera visita a Casa Marcelo desde la remodelación que sufrió el local, y la primera impresión que me dejó al entrar es que el decorador/a había realizado un buen trabajo. Se ha mejorado la distribución con el cambio en la cocina, y la combinación de piedra y pared pintada en gris da resultado, convirtiendo el local en un lugar agradable y relajado.


Ver mapa más grande

Cuando uno va a Marcelo debe saber a lo que va, y tener un paladar que le permita saborear cualquiera de las elaboraciones con las que nos puede sorprender. El menú es de degustación, que en nuestro caso constó de 7 platos (las cantidades no son desorbitadas, pero uno llega al final repleto) y dos postres. Ya he comentado que me parece muy cómodo para un restaurador el saber de antemano cuántos comensales vas a tener en cada momento, y decidir por tu cuenta qué les vas a servir. Evidentemente lo aceptas porque sabes que alguna de las elaboraciones te va a sorprender, y el nivel de los platos va a ser elevado. De todos modos eché de menos que no nos preguntasen si éramos alérgicos a algo, o si había algún alimento que no nos gustaba, y tampoco me gustó que no nos diesen el menú al sentarnos, con lo que uno pide el vino (o los vinos) a ciegas.

Vamos ahora con el menú:

De primero un caldo caliente de centollo, que estaba sabroso, pero para el gusto de los cuatro que fuimos a cenar resultaba demasiado especiado, y el centollo pecaba de exceso de sal.

De segundo un paté de anchoas (con aguacate y crema de queso) servido con un pan de romero. Para los que somos aficionados a las anchoas y al aguacate resultó una mezcla deliciosa, y el pan de romero un detalle interesante.

El tercer plato fue el boletus guisado con su salsa y una finísima loncha de panceta. Realmente delicioso. El hongo resultaba jugoso y mantenía su consistencia, y la salsa sabrosa sin resultar nada pesada, conservando los aromas del boletus perfectamente definidos. Un gran plato.

Después trajeron una sopa de castañas asadas, que te lleva inmediatamente a los castañeros que podemos encontrar na Porta Faxeira. Un plato con los sabores otoñales muy logrados, pero que sin embargo no me encajaba en esta posición en el menú, aunque no me importó lo más mínimo porque estaba delicioso.

El quinto plato fue el chipirón y su tinta. Los chipirones estaban cortados como tagliatelle, y aún ahora le sigo dando vueltas a cómo consiguen convertir un chipirón en algo tan fino. La tinta lo acompañaba perfectamente, así como el detalle de las semillas de sésamo.

El sexto plato fue el pescado más habitual en Marcelo, la merluza de Celeiro. Siempre me toca la merluza, que para mi gusto estaba en su punto. En este caso servida con salsa de pimientos verdes.

El séptimo fue la ternera con yuca frita. Como nunca había probado la yuca debo decir que me sorprendió, aunque a estas alturas ya estaba más interesado en un postre digestivo, por la amplitud de la comida. la carne en su punto, blanda y jugosa.

De postre vino el maracuyá con crema de aguacate y lima (curiosas las bolas de lima) Lo más parecido a un sorbete, y con sabores que combinaban perfectamente. Un gran acierto.

Y cuando ya no nos esperábamos nada más trajeron una milhoja con crema, que cortaron en la mesa en cuatro. La masa estaba hecha con harina de centeno, y la crema bien ligada. Un buen plato, pero que es el otro que no me encaja en la comida. El colofón debía haber sido el postre de lima y maracuyá.


El servicio atento sin hacerse pesado, sirviendo todos los platos a la vez (sólo faltaría en un restaurante como este y donde sólo puedes tomar su menú de degustación) que llegaron en su punto a la mesa. El pan elaborado en el propio restaurante, del modo tradicional, que nos recuerda al pan de horno de leña. El café sin alardes, él mío llegó frío a la mesa, y para mi gusto con exceso de torrefacto. Lo acompañan con una trufa de chocolate.

Sobre el vino: pedimos Marqués de Griñón Cabernet del 2002 (apenas tenían cabernet en la carta, y esta es una buena opción) a 25€ la botella, que en bodega lo puedes tener por 18€ aprox, por lo que no es donde ganan dinero en el vino.


El precio del menú es de 60€, con bodega aparte.