
Presentan pocos segundos a escoger, y no nos queríamos decantar por el solomillo de buey ni nada parecido, así que escogimos el confit de pato, que venía acompañado por una suave compota de manzana, y un coulis de frutos rojos. El plato estaba bueno, bien compensados los sabores del pato y la compota, aunque el acompañamiento resulta escaso, teniendo en cuenta que el confit de por sí ya es poca cantidad de carne.

El otro segundo por el que nos decidimos fue el lomo de venado, que venía acompañado por castañas, alcachofa y patatas paja, y una salsa del propio asado que resultaba muy sabrosa. Las cantidades en este plato eran más abundantes, lo que lo hacía un segundo más completo. Para mi gusto el lomo éstaba pasado de más, pero es lo que hay.
En los postres llega la decepción, porque sólo aparecen tres en la carta, con lo que uno espera alguna sugerencia del día. En la carta hay una mousse de frambuesas, tiramisú y las yemas de La Bañeza. El tiramisú no lo pedimos porque desde el último viaje a Italia todos me resultan decepcionantes. Escogí la mousse de frambuesas, y me pareció realmente triste como postre para un restaurante de esta categoría, desentonaba totalmente con el resto de los platos. La textura de la mousse estaba bien, y el sabor bastante intenso con un punto ácido de la frambuesa, pero el que la hubiesen estropeado con nata de bote por encima y no presentase ningún aliciente en cuanto a contraste de texturas me pareció una pena.
No puedo hablar de la carta de vinos, ya que Isa estaba con medicación y a mi me tocaba conducir, por lo que pedí una copa de tinto, y me sirvieron un ribera que debía llevar demasiado tiempo abierto, siendo además el fondo de la botella, por lo que tenía posos.