miércoles, 5 de agosto de 2015

A nave de Vidan. Santiago

Nave industrial reconvertida en restaurante, con bar de entrada, mesas altas para tapeo y enorme sala.
No es el lugar apropiado para una cena romántica, la falta de decoración, las sillas incómodas y la sala tan abierta no lo hacen ideal, pero ofrece raciones abundantes a precios contenidos, aunque en esta primera visita nos ha dejado un sabor agridulce.
De primero compartimos una parrillada de verduras, bien resuelta pero sin ningún detalle que la destaque por encima de cualquier otra, hasta la presentación del plato resultaba insulsa.
De segundos tomamos el pulpo á grella, dos buenas patas, bien de punto y bueno de aliño y sazón, y el ollomol (besugo), que venía acompañado por patata cocida y ensalada (con demasiado vinagre de modena)
El besugo lo he tomado muchas veces mejor cocinado, incluso en casa me queda mejor resuelto. No quería organizar un espectáculo en el local y lo tomé, pero ni era del día ni estaba bien elaborado para cobrar 18€ por medio besiguito.
Los niños compartieron unas tostas de jamón, setas y queso, sabrosas y abundantes, y unos huevos rotos con jamon y chorizo, que les encantaron.
De postre unos canutillos de membrillo rellenos de crema de queso, muy buen postre, la crema muy rica, nada dulce, buen contraste.

También un coulant con helado de straciatella, un clásico, pero 6€ me parece demasiado para ese postre.
Al final pagamos 80€, un poco subido de precio, aunque las raciones sean abundantes.



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