El restaurante está ubicado en una pequeña casa, con cocina y barra en planta baja, así como un par de mesas, y sala para 5 mesas en la primera planta. Luces tenues, decoración sencilla y carta escueta. Tomamos una caña mientras esperábamos, con un puré caliente de tapa.
Ya en mesa, escogimos de primero los minibocadillos de raxo -lomo fresco adobado ligeramente- con mojo verde, con un pan blanco muy rico. Langostinos con salsa de ajo y jalapeño, bien ejecutado, acompañados de un buen pan gallego.
De segundo el cordero razel hanut con verduritas salteadas, deshuesado, buen sabor y bien de cocción, y el rape con crema de guisantes, en su punto, y la crema intensa y sabrosa. De postre una deconstruccion de tarta de Santiago, cremosa e intensa, y una interpretación de la tarta de manzana con helado, my bien ejecutado. Agua y una botella de vino ribeira sacra, en una carta de vino que se sale de convencionalismos, centrada en los vinos gallegos.
Precio acorde a los platos y el local, pagamos 40€ por persona, no es barato, pero merece una visita.
Langostinos.
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